Ay Dani, no sé si llegarás a estar en la partida final, pero solamente por ese gesto enternecedor de dedicarnos esta toma, te merecerías algún tipo de premio o de agasajo.
Se te van notando los años, en la campa y en tu cuerpo. Esa barbota algo más dejada, esas canotas, no pueden desviarnos de lo que aún conservas y de qué manera.
Tremenda bolsa escrotal la que te cuelga por ahí, tremendo badajo que has de mover de un lado a otro cuando inicias tus carreras.
Quizá tu mejor tiempo se esté marchando, pero tu virilidad tremenda nos alegra tardes, días y noches.
Ojalá algún colega te achuche ahí donde todos querríamos estar, lo más cerquita posible a esa tremenda yogurtera que te cuelga todavía dispuesta a fabricar el más sabroso postre lácteo que ansiamos.
Con independencia del club al que sigan, este Carvajalito a alguno de nosotros nos podría hacer el mejor regalo, que no sería en la competición deportiva, sino en la cama, desnudándolo, rozándolo, viéndole desprenderse de cada una de sus prendas hasta quedar libre, suelto, en pelotas, con la verga bien erectada. Así te queremos siempre, Dani.