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La otra historia del Tibet

Religión, mitología y espagueti con albóndigas
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Maximoo
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Es indispensable preguntarse ¿cómo se vivía en el Tíbet cuando era “independiente”?
¿Era como se nos cuenta un paraíso de espiritualidad, paz y tranquilidad?
Pues no.
Empecemos con el budismo, ya que la historia del Tíbet está indisolublemente ligada a él.


El budismo tibetano un baldón sobre el budismo.

Quiero aclarar que no estoy en contra del budismo (ni de ninguna religión) como podría pensarse tras leer lo que sigue. Estudié el budismo y escribí en 1971 uno de los primeros libros que se publicaron en español sobre una forma particular de budismo mahayana (el gran vehículo); el budismo chan mas conocido por su versión japonesa (zen)

Durante años creí y afirmé que el budismo era la única religión que no había provocado guerras. Desgraciadamente hoy debo reconocer que esto no es cierto. Uno de los elementos que me ha llevado a replantear y cuestionar mi opinión inicial es precisamente la historia del budismo tibetano que también es una forma particular de Mahayana.

La historia del budismo tibetano revela que en el siglo XIII, fue el emperador Kublai Khan quién creó al primer Gran Lama.
El primer Dalai Lama fue instalado curiosamente por un ejército chino varios siglos más tarde. Este se autotorgó el título de Dalai Lama, gobernante de todo Tibet, se apoderó de monasterios que no pertenecían a su secta y destruyó escrituras budistas originales que no apoyaban su carácter divino (40).

El Dalai Lama siguiente “desapareció” y lo mismo sucedió con otros cinco Dalai Lamas cuya condición de reyes-dioses no les libró de perecer a manos de sus sacerdotes
Estos incidentes no son monopolio de los líderes espirituales Tibetanos. En Roma el Papa Juan X amante de Teodora fue estrangulado en su lecho y Juan XII fue asesinado en casa de su amante como relata Voltaire en su “Diccionario filosófico”
Así que, el budismo oficial presidido por el Dalai Lama fue instaurado militarmente por el emperador de China, y empezó sus andanzas robando a otros budistas y falsificando la historia del budismo.

Siguiendo este glorioso comienzo, desde principios del siglo XVII hasta bien comenzado el XVIII, sectas budistas tibetanas en competencia emprendieron hostilidades armadas y ejecuciones sumarias

La violencia en el budismo tibetano no fue un caso aislado.

Ya en el siglo XX en Tailandia a Birmania a Corea y Japón, los budistas han luchado entre si y contra no-budistas en nombre de sus particulares concepciones del budismo

Y, más recientemente, en Corea del Sur miles de monjes de 2 facciones de la orden budista Chogye combatieron con puños, piedras, garrotes y cócteles Molotov durante semanas, destruyendo parcialmente los principales santuarios budistas disputándose un presupuesto anual de 9,2 millones de dólares, propiedades y privilegios

Así que es preciso reconocer que el budismo, y especialmente el tibetano, no se ha librado completamente de la violencia contra la que predica haciendo realidad nuestro dicho nacional :
“A Dios rogando y con el mazo dando”.

Pero es evidente que sería tan absurdo identificar estas aberraciones con el budismo como identificar a la inquisición con el cristianismo.

El budismo tántrico tibetano es la ultima rama del budismo (siglo VI después de Cristo) considerada como la más alejada del budismo original (siglo VI antes de Cristo). Ninguna otra rama ha combinado el budismo con el poder material teocrático total .
De hecho el budismo tibetano es una traición. En el budismo original conceptos como divinidad y paraíso extraterrenal, por no hablar del carácter divino de sus sacerdotes e incluso de su autoridad “espiritual” contra los que se había rebelado el propio Buda que afirmaba:
” No creáis una cosa porque que muchos hablen de ella, no creáis en la fe de los tiempos pasados, no creáis en nada bajo a única autoridad de vuestros sacerdotes y de vuestros maestros. Tras examinarlo, creed en lo que vosotros mismos hayáis experimentado y reconocido como razonable, que esté conforme a vuestro bien y al de los demás ” Buda.

Además el budismo tibetano introduce dogmas como el de la reencarnación contra el que el propio Buda se rebeló explícitamente.
El dogma de la reencarnación es introducido por el budismo tibetano desde el siglo XIV, entre otras cosas para oficializar la transmisión hereditaria del poder de los Rinpoché (responsables de monasterios feudales) y luego del Dalai Lama. El poder no es sólo espiritual; es también político y material; atesoraban tierras, siervos, esclavos, riquezas.

El budismo tibetano y su particular secta el Tantrismo se ha caracterizado además por un ostensible desprecio de los derechos humanos más elementales, y es una auténtica obscenidad que ahora sus líderes se nos presenten como paladines de ellos.
Para empezar, la sociedad tibetana era todavía más desigual que la sociedad europea en la Edad Media y encima sin ruedas. Las ruedas estaban absurdamente prohibidas por la religión budista tibetana a pesar de que los chinos inventaron la carretilla en el siglo I antes de J.C. y que sólo se utilizó en Occidente en el siglo XIII

la teocracia tibetana prohibió el uso de la rueda porque es uno de los símbolos budistas, la rueda del Dharma.

El 70 % de las tierras pertenecían a los monasterios y el resto a la nobleza
Es decir que era prácticamente lo mismo, ya que los lamas de rango superior, generalmente, provenían de familias nobles aristocráticas.

En contraste la gran mayoría de los monjes venían de los siervos campesinos pobres.
Estos muchas veces eran robados a sus familias, y los monasterios se convertían para ellos en cárceles que no podían abandonar, y donde además de trabajar para los lamas ricos tenían que soportar toda clase de maltratos incluyendo violaciones pederastas.
Un monje, Tashì-Tsering, contó que “era práctica común en los monasterios que los niños campesinos sufrieran abusos sexuales y que él mismo fue víctima de repetidas violaciones cuando niño al poco tiempo de ser llevado al monasterio a los nueve años”

Heinrich Harrer que vivió en el Tíbet describe el ambientillo general que reinaba allí antes de su nueva anexión por China. Su testimonio es interesante porque no puede tachársele precisamente de comunista ya que era un nazi reconocido.

Harrer en Lassa.

“Los monjes desconfían de cualquier cosa que pueda poner en peligro su dominación… cualquiera que ponga en cuestión su poder es castigado”

Incluso la violencia puede ser totalmente gratuita. Harrer describe una escena dantesca tras una procesión religiosa:
“Los monjes descargaron a ciegas sus bastones sobre a muchedumbre … vertieron recipientes de pez hirviente sobre la gente que aullaba de dolor; aquí uno con la cara quemada, allí otro gimiendo molido a golpes”.
“Los castigos pueden caer sobre la familia del responsable de un delito incluso bastante leve véase imaginario”.
Y también que en delitos menores como el juego “los monjes son inexorables… más de una vez ha sucedido que alguien muriese tras la flagelación de rigor, la pena habitual”.
Para delitos mayores, como a los responsables de las frecuentes “revoluciones militares” y “guerras civiles” que caracterizaban la historia del Tíbet antes de la reanexión (la última fue en 1947) ” se les reventaban los ojos con una espada”


Algunos monasterios tenían sus propias prisiones privadas. Anna Louise Strong en 1959 relata su visita a una exhibición de equipos de tortura utilizados que envidiaría la misma Inquisición.


Instrumentos de tortura tibetanos.

” Había esposas de todos los tamaños, incluyendo pequeñas para niños, e instrumentos para cortar narices y orejas, y quebrar manos. Para arrancar los ojos, había un gorro especial con dos agujeros que era presionado sobre la cabeza de manera que los ojos aparecían a través de los agujeros y podían ser arrancados con más facilidad. Había instrumentos para cortar las rótulas de las rodillas y los talones, o para cortar los tendones de las piernas. Había hierros de marcar, látigos, e implementos especiales para destripar”

Este paraíso de los horrores contenía fotografías y testimonios de víctimas que habían sido cegadas o lisiadas, o que habían sufrido amputaciones por robo y de nuevo es Harrer quien nos lo relata.
“Estaba el pastor cuyo amo le debía un reembolso en yuan y trigo pero que se negaba a pagar. Así que se apoderó de una de las vacas del amo, y por haberlo hecho le cortaron las manos. A otro pastor, que se oponía a que el señor le quitara su mujer, le quebraron las manos. Había fotos de activistas comunistas a los que les habían cortado las narices y los labios superiores y de una mujer que fue violada y a la que después le cortaron la nariz”

Como las enseñanzas budistas prohíben quitar la vida humana, los monjes solucionaron este pequeño inconveniente torturando a los que infringían su inhumana ley, y luego “dejándolos a la merced de Dios” en la noche helada para que murieran

Pero esta caritativa actitud al parecer no siempre se practicaba; Heinrich Harrer por ejemplo cuenta lo siguiente:
“Se me refirió el ejemplo de un hombre que había robado una lámpara dorada en un templo de Kyirong… Se le cortaron las manos en público y su cuerpo mutilado pero aún vivo fue envuelto en una piel de de yak mojada. Cuando dejo de sangrar se le tiró por un precipicio”

Las consecuencias de estas salvajadas son las previsibles pues, incluso gentes privadas de todo, conservan el sentido común.

Un antiguo siervo, Tsereh Wang Tuei, había robado dos ovejas propiedad de un monasterio y por eso le arrancaron sus dos ojos y le mutilaron la mano, por orden de un santo lama.
Explicó a Stuart y Roma Gelder que ya no es budista. “Cuando un santo lama les dijo que me cegaran pensé que no hay bien alguno en la religión”

Madam Blavatsky

La imagen idealizada del Tíbet proviene de personajes como la aristócrata rusa Helena Blavatsky (alias Madam Blavatsky) que con Anie Bessan se interesaron por el budismo tibetano. Fundaron la sociedad teosófica que contribuyó a la mitificación del esoterismo lamaísta a finales del siglo XIX

La francesa Alexandra David Neel que fue la primera mujer occidental que viajó a Lhasa a principios del siglo XX (1912) cuenta cómo desde 1846 la capital estuvo cerrada, a pesar de que los Chinos animaban a que se abriera, e incluso varios edictos del gobierno Chino de 1901 declaraba el Tibet abierto a los extranjeros. Relata también, tras repetidos intentos frustrados de llegar a Lhasa (a donde finalmente llegó disfrazada de mendigo), que los británicos eran responsables de esa política y se indigna de ello en la página 10 de la introducción en la edición de 1927 “Voyage d´une parisienne a Lhassa “.
“Por qué una nación que se llama cristiana (se refiere a Inglaterra) prohíbe a los que predican el Evangelio entrar en un país en el que es libre para enviar sus tropas y vender sus fusiles”

Años después los nazis de Hitler quedaron fascinados por “el poder ilimitado de la jerarquía Tibetana”, como escribe Heinrich Harrer.

De hecho fue el mismo Heinrich Harrer, identificado posteriormente como sargento de las SS , quien tras haber pasado años en el Tibet y llegar a ser asesor personal de su actual santidad el Dalai Lama cuando era niño, escribió un libro que se convirtió en un bestseller titulado “Siete años en el Tibet” .
Este libro luego sirvió de base al bodrio propagandístico de la famosa película de Hollywood que lleva el mismo nombre.

En su obsesiva búsqueda del origen de la raza superior “aria”, naturalmente, el Tercer Reich se interesó por el Tíbet .
Cuando en 1939, el SS austriaco Harrer penetró en el Tíbet y se encontró con el Dalai Lama escribió: “Su carne era mucho mas clara que las de los tibetanos e incluso más que la de los aristócratas tibetanos… por primera vez me encontré solo con un hombre blanco”

La elite nazi de los SS, la orden negra, Himmler, Heydrich, Hauschoffer, Hess y el mismo Hitler la Sociedad Secreta Thule o la Vril también mostraron un profundo interés por el esoterismo oscurantista tibetano. Frecuentemente recurrian a videntes como Erick Hanussen y un monje tibetano

Los nazis adoptaron como emblema uno de los símbolos mas antiguos del Tíbet: la cruz gamada, que desde el siglo XIX había sido considerada como símbolo de la pureza racial en Alemania. En 1891 Ernest Kraus afirmó que la cruz gamada era un símbolo exclusivamente ario, idea que fue retomada entusiastamente por los nacis.

Novelas como la de James Hilton en ‘Horizontes perdidos’ idealizaron al Tíbet y el mito Shangri-la (62).

Farsantes que se hicieron pasar por monjes como Lobsang Rampa, que era inglés y nunca había visto el Tíbet más que en fotos, mantuvieron el mito de su profundo conocimiento esotérico que incluía restos de civilizaciones desaparecidas con momias de 3 metros

La “budomanía” fue creciendo en los años 60, al igual que “hindumanía” con la venida a Occidente de gurús de pelajes diversos como el de los Beatles. Siempre haciendo oídos sordos a los hechos en contradicción con lo que predicaban, y olvidando que las sociedades en las que originalmente se basaron estas creencias imponían las castas, el racismo e incluso admitían la esclavitud.

En este contexto unos años después llegó al supermercado espiritual de occidente el Dalai Lama promocionado por la CIA, sus agencias encubiertas como la NED y varias ONGs.

Luego vino el culto al libro tibetano de los muertos , Bardo Thodol, (que en realidad significa “Liberación mediante la audición en el plano posterior a la muerte”) promocionado por psicólogos norteamericanos para guiar los viajes de LSD los 60.

Más tarde llegó el lavado de cerebro de la “New age” que seguimos padeciendo, para convencernos de que debemos dedicarnos a nuestro desarrollo espiritual y dejar los “despreciables asuntos mundanos” en manos del Pentágono, de las multinacionales y sus bancos… pero esto ya es otra historia…

Fuente: La otra histotia del Tibet (Publicalpha punto com)
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wow jamas lo pensé del budismo, al parecer toda religión tiene su lado B, ¿sera esto un reflejo de la naturaleza destructiva del ser humano?
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