En las vacaciones de verano, Martín se iba a la casa de su padrino Ricardo que vivía en el campo. Tenía una gran hacienda, con un jardín delantero donde tomaban el té al aire fresco en las calurosas tardes de verano. El padrino Ricardo aparentaba tener menos años de los que realmente tenía, le gustaba practicar deportes y andar a caballo, en el pueblo era conocido por el apodo "El Zorro" por su gran habilidad en el esgrima y parecido físico con el actor Guy Williams. No estaba casado, había salido con muchas mujeres, pero con ninguna logró formar una relación y menos tener hijos.
Este verano sería diferente porque Martín había cumplido sus 18 años, y recordaba una frase que le había dicho padrino Ricky: "Cuando tengas 18 años, te contaré mi mayor secreto". Martín había soñado tantas veces con ese verano en que su padrino le revelara su secreto. Sus padres llevaban a Martín en el auto y podían notar al muchacho nervioso. -Martín ¿qué te pasa hijo? te ves muy preocupado- No es nada mamá, sólo estoy ansioso por ver a padrino Ricky, hace un año que no lo veo, quizás no me reconozca. Su madre sonrío, y acarició su mano, le dijo -Estoy segura que padrino Ricky te reconocerá-.
Las chicharras del campo estaban a pleno canto. -Como odio estos insectos fastidiosos no sé como Ricardo puede aguantar viviendo sólo en el campo- decía el padre de Martín.
-Hace mucho calor por eso es que las chicharras cantan- le contestó la mamá de Martín. Mientras los escuchaba Martín pensaba en aquel libro que había leído sobre las chicharras, donde mencionaba que el canto entonado era de los machos para atraer a las hembras, producido por un aparato estridulatorio situado en los costados del primer segmento abdominal, que consta de membranas quitinosas llamadas timbales y de sacos con aire que funcionan como cajas de resonancia, emitiendo cada especie un sonido propio característico.
Estaban por llegar, Martín veía desde el auto, las flores que sobresalían del jardín de la hacienda de padrino Ricky. El padre de Martín había estacionado, su madre había bajado sujetando su sombrero porque estaba soplando un vientito que venía del sur. Sintieron una voz cercana -Pero miren esa bella mujer- era padrino Ricky era alto con su característica sonrisa, su voz grave pero al mismo tiempo dulce, sus ojos pícaros. -Ricardo ¿cómo estás?- la mamá de Martín le dio un abrazo al padrino, mientras papá lo miraba muy serio.
-Y este muchacho debe ser Martincito- enseguida sale Martín del auto, mientras su padrino lo agarra del hombro cariñosamente, -traigan un whisky que este muchacho ya puede tomar- dice con una sonrisa de oreja a oreja. -Viste que te iba a reconocer- le decía la mamá a Martín, nuevamente sonriendo. -No se preocupen que este chico va a estar bien cuidado, lo dejan en buenas manos-.
-Creo que el que te va a tener que cuidar es Martín- le dice su mamá despidiéndose con una sonrisa. Mientras papá está serio, se despide con un "Hasta luego". Padrino Ricky no me quita la mano del hombro, puedo sentir sus dedos acariciando mi camisa y quitándome la tierrita de encima. Miramos como el auto se iba por el caminito y desaparecía entre los montes.
Se había hecho la noche, y padrino Ricky aún no me contaba su secreto, no quería preguntarle. Estábamos en la sala de estar, sentado uno al lado del otro en el sofá mientras padrino Ricky me leía la "Ilíada", como cuando era niño, su voz profunda me producía un cosquilleo en el estómago, a los dos nos gustaban las historias de guerreros como Aquiles. Esta vez no estábamos tomando té, sino un vino de su bodega. De tanto cansancio que tenía mis ojos se cayeron, sintió como padrino Ricky le daba un beso en la frente, podía sentir esos labios mojando su frente. Me dormí en un profundo sueño imaginándome una noche con el semidiós Aquiles.
En la madrugada Martín se despertó de golpe, había tenido una pesadilla donde sus padres morían en un accidente. Le vino ganas de ir al baño, había tomado mucho vino, necesitaba orinar. Caminó muy sigilosamente por la sala hasta llegar al baño, abrió la puerta y encontró al padrino sentado en el inodoro dormido. Podía ver las piernas desnudas, parecían las de un jugador de fútbol bien marcadas de hacer ejercicio. Martín lo tocó para ver si se despertaba, pero el padrino seguía roncando. Lo agarró desde el torso, tocando su abdomen bien durito y lo levantó, por primera vez Martín le veía el miembro a su padrino estaba bien dotado, con unos huevos bien grande. La nariz de Martín chochaba con el cuello de su padrino, podía oler su perfume bien de macho. Era increíble como su padrino no se despertaba, estaba muy dormido. Al levantarlo pudo ver su cola, dos nalgas grandes bien duritas y en el inodoro vio los trozos de mierda que había cagado. Lejos de sentirse asqueado por el olor a mierda, Martín se excitó. Decidió no tirar la cisterna para no despertarlo. Fue despacito hasta la habitación, lo dejó en la cama de sabanas blancas, le puso una almohada para que apoyara su cabeza. Y se fue directo al baño que había en la habitación, pero no podía orinar por la erección que tenía, tuvo que esperar a que bajara para recién mear. La luz del baño se encendió, Martín cerró los ojos, los chorros de su pis se cortaron de golpe y sentía que el corazón le bombeaba a mil, podía sentir las manos de su padrino. -Nene vamos a la cama- su padrino parecía borracho. Le daba besitos y le manoseaba la cola a Martín, que era bien lampiño, su colita al tacto podía ser confundida con la de una mujer. Martín sintió que le tocaba el pene también, su padrino lanzó una carcajada "vaya que crecidito que estás... ven vamos a la cama que quiero mojarte con lechitaaa", Martín le siguió la corriente estaba muy excitado. Su padrino lo agarró con sus brazos bien musculosos, lo sostuvo mientras Martín recostaba su cabeza sobre el pecho peludo de El Zorro como le decía los pueblerinos a su padrino. Bajó su cuerpo en las sabanas blancas, y con sus labios besó las piernas de Martín hasta llegar a sus pies, luego se dirigió hacia su cola podía sentir como el bigote de su padrino le hacía cosquillas que de a poco se transformarían en gemidos. Martín sentía como la lengua de su padrino mojaba su ano, continuaba sintiendo un cosquilleo, mientras se dejaba llevar por los besos de su padrino. "Nene aquí viene Tornado" y sentía como el tamaño miembro de su padrino entraba a su ano, "aaasss" le dolía, nunca había sido penetrado, el pene de Martín deja salir semen manchando las sabanas blancas. Su padrino metía su verga cada vez más fuerte y Martín cada vez más agudizaba sus gemidos. Sentía la pija de su padrino adentro del ano, las venas podía sentir que estaban bien gruesas y comienza a salir de golpe un líquido viscoso violentamente, el estómago le dolía tenía ganas de como soltar un gas, al sacar su padrino su verga, pudo sentir la bocanada de aire en su ano, empujó fuerte su estómago y soltó toda la leche sobre la pija de su padrino mientras apoyaba su cabeza sobre su brazo todo musculoso. Martín quedó mudo como Bernardo, quería que no se acabara más este momento, había descubierto el secreto: su padrino tenía ganas de acostarse con él, y no lo iba a hacer hasta que cumpliera los 18.
Este verano sería diferente porque Martín había cumplido sus 18 años, y recordaba una frase que le había dicho padrino Ricky: "Cuando tengas 18 años, te contaré mi mayor secreto". Martín había soñado tantas veces con ese verano en que su padrino le revelara su secreto. Sus padres llevaban a Martín en el auto y podían notar al muchacho nervioso. -Martín ¿qué te pasa hijo? te ves muy preocupado- No es nada mamá, sólo estoy ansioso por ver a padrino Ricky, hace un año que no lo veo, quizás no me reconozca. Su madre sonrío, y acarició su mano, le dijo -Estoy segura que padrino Ricky te reconocerá-.
Las chicharras del campo estaban a pleno canto. -Como odio estos insectos fastidiosos no sé como Ricardo puede aguantar viviendo sólo en el campo- decía el padre de Martín.
-Hace mucho calor por eso es que las chicharras cantan- le contestó la mamá de Martín. Mientras los escuchaba Martín pensaba en aquel libro que había leído sobre las chicharras, donde mencionaba que el canto entonado era de los machos para atraer a las hembras, producido por un aparato estridulatorio situado en los costados del primer segmento abdominal, que consta de membranas quitinosas llamadas timbales y de sacos con aire que funcionan como cajas de resonancia, emitiendo cada especie un sonido propio característico.
Estaban por llegar, Martín veía desde el auto, las flores que sobresalían del jardín de la hacienda de padrino Ricky. El padre de Martín había estacionado, su madre había bajado sujetando su sombrero porque estaba soplando un vientito que venía del sur. Sintieron una voz cercana -Pero miren esa bella mujer- era padrino Ricky era alto con su característica sonrisa, su voz grave pero al mismo tiempo dulce, sus ojos pícaros. -Ricardo ¿cómo estás?- la mamá de Martín le dio un abrazo al padrino, mientras papá lo miraba muy serio.
-Y este muchacho debe ser Martincito- enseguida sale Martín del auto, mientras su padrino lo agarra del hombro cariñosamente, -traigan un whisky que este muchacho ya puede tomar- dice con una sonrisa de oreja a oreja. -Viste que te iba a reconocer- le decía la mamá a Martín, nuevamente sonriendo. -No se preocupen que este chico va a estar bien cuidado, lo dejan en buenas manos-.
-Creo que el que te va a tener que cuidar es Martín- le dice su mamá despidiéndose con una sonrisa. Mientras papá está serio, se despide con un "Hasta luego". Padrino Ricky no me quita la mano del hombro, puedo sentir sus dedos acariciando mi camisa y quitándome la tierrita de encima. Miramos como el auto se iba por el caminito y desaparecía entre los montes.
Se había hecho la noche, y padrino Ricky aún no me contaba su secreto, no quería preguntarle. Estábamos en la sala de estar, sentado uno al lado del otro en el sofá mientras padrino Ricky me leía la "Ilíada", como cuando era niño, su voz profunda me producía un cosquilleo en el estómago, a los dos nos gustaban las historias de guerreros como Aquiles. Esta vez no estábamos tomando té, sino un vino de su bodega. De tanto cansancio que tenía mis ojos se cayeron, sintió como padrino Ricky le daba un beso en la frente, podía sentir esos labios mojando su frente. Me dormí en un profundo sueño imaginándome una noche con el semidiós Aquiles.
En la madrugada Martín se despertó de golpe, había tenido una pesadilla donde sus padres morían en un accidente. Le vino ganas de ir al baño, había tomado mucho vino, necesitaba orinar. Caminó muy sigilosamente por la sala hasta llegar al baño, abrió la puerta y encontró al padrino sentado en el inodoro dormido. Podía ver las piernas desnudas, parecían las de un jugador de fútbol bien marcadas de hacer ejercicio. Martín lo tocó para ver si se despertaba, pero el padrino seguía roncando. Lo agarró desde el torso, tocando su abdomen bien durito y lo levantó, por primera vez Martín le veía el miembro a su padrino estaba bien dotado, con unos huevos bien grande. La nariz de Martín chochaba con el cuello de su padrino, podía oler su perfume bien de macho. Era increíble como su padrino no se despertaba, estaba muy dormido. Al levantarlo pudo ver su cola, dos nalgas grandes bien duritas y en el inodoro vio los trozos de mierda que había cagado. Lejos de sentirse asqueado por el olor a mierda, Martín se excitó. Decidió no tirar la cisterna para no despertarlo. Fue despacito hasta la habitación, lo dejó en la cama de sabanas blancas, le puso una almohada para que apoyara su cabeza. Y se fue directo al baño que había en la habitación, pero no podía orinar por la erección que tenía, tuvo que esperar a que bajara para recién mear. La luz del baño se encendió, Martín cerró los ojos, los chorros de su pis se cortaron de golpe y sentía que el corazón le bombeaba a mil, podía sentir las manos de su padrino. -Nene vamos a la cama- su padrino parecía borracho. Le daba besitos y le manoseaba la cola a Martín, que era bien lampiño, su colita al tacto podía ser confundida con la de una mujer. Martín sintió que le tocaba el pene también, su padrino lanzó una carcajada "vaya que crecidito que estás... ven vamos a la cama que quiero mojarte con lechitaaa", Martín le siguió la corriente estaba muy excitado. Su padrino lo agarró con sus brazos bien musculosos, lo sostuvo mientras Martín recostaba su cabeza sobre el pecho peludo de El Zorro como le decía los pueblerinos a su padrino. Bajó su cuerpo en las sabanas blancas, y con sus labios besó las piernas de Martín hasta llegar a sus pies, luego se dirigió hacia su cola podía sentir como el bigote de su padrino le hacía cosquillas que de a poco se transformarían en gemidos. Martín sentía como la lengua de su padrino mojaba su ano, continuaba sintiendo un cosquilleo, mientras se dejaba llevar por los besos de su padrino. "Nene aquí viene Tornado" y sentía como el tamaño miembro de su padrino entraba a su ano, "aaasss" le dolía, nunca había sido penetrado, el pene de Martín deja salir semen manchando las sabanas blancas. Su padrino metía su verga cada vez más fuerte y Martín cada vez más agudizaba sus gemidos. Sentía la pija de su padrino adentro del ano, las venas podía sentir que estaban bien gruesas y comienza a salir de golpe un líquido viscoso violentamente, el estómago le dolía tenía ganas de como soltar un gas, al sacar su padrino su verga, pudo sentir la bocanada de aire en su ano, empujó fuerte su estómago y soltó toda la leche sobre la pija de su padrino mientras apoyaba su cabeza sobre su brazo todo musculoso. Martín quedó mudo como Bernardo, quería que no se acabara más este momento, había descubierto el secreto: su padrino tenía ganas de acostarse con él, y no lo iba a hacer hasta que cumpliera los 18.