"Algunos cuentan que la Copla tiene sus raíces en el teatro del siglo XVIII, cuando la jácara, el entremés y el sainete, finalizaban con una puesta en escena musical y cantada, que en sus principios tenía relación con el tema principal de la obra, y que posteriormente se fue desligando de ésta hasta tomar autonomía propia, llegando a formarse una composición literario-musical, comenzando así su desarrollo histórico. Esta forma de cante tomó el nombre de Tonadilla,
La Tonadilla evolucionó su desarrollo a través de cinco etapas, entre 1750 y 1850. Durante la etapa tercera, entre 1770 y 1790, es cuando llega a su mayor apogeo, naciendo así la Tonadilla Unipersonal, precursora de todas las variedades que irían apareciendo posteriormente
Posteriormente, en su quinta etapa, la Tonadilla comienza a decaer, siendo representada cada vez menos asiduamente, si bien acaso se representaban algunas en celebraciones especiales, como la Navidad o Ferias, dando paso al llamado Género Chico, una especie de zarzuela más ligera y popular cuyo momento de máximo desarrollo se produce al final del siglo XIX, coincidiendo a la moda costumbrista de la época.
Comenzaron entonces a producirse un tipo de composiciones más grandiosa, aunque sin apenas calidad, composiciones con música pegadiza y letras picarescas con doble sentido, libertino.
Este género tomó el nombre de Cuplé, y se representaban tanto en teatros como en salones y cafés.
Se desarrollaron dos tipos de cuplés, el sentimental de estilo romántico y el pícaro y descarado, que fundamentalmente fue el que triunfó, en general después de la I Guerra Mundial, ávida como estaba la gente de olvidar tanta tragedia y miseria.
Cupletista importante del momento fue Consuelo Portella, más conocida como “La Chelito” o “La Bella Chelito”, que puso de moda el cuplé picaresco “La pulga”. A estas intérpretes de las denominaba “Canzonetistas”
En torno a las décadas de 1920 y 1930, comienzan a buscarse nuevas vías de expresión y se vuelve de nuevo a las raíces: el romance, el entremés y la expresión popular. Intelectuales, escritores y compositores se vuelven hacia las escenas populares y el flamenco, y comienzan a trabajar con esas posibilidades.
El flamenco hasta ese momento se cantaba y bailaba en tabernas, y nunca ningún intérprete había subido a un escenario. Pero el acervo cultural flamenco y andaluz era tan grande, que no es de extrañar que personalidades como Manuel de Falla o Federico García Lorca, entre otros, ahondarían en ello.
Federico García Lorca y Encarnación López, La Argentinita, grabaron en 1931 unos discos que recopilaban una colección de canciones antiguas andaluzas y castellanas, ella cantando y él al piano, entre las que se encontraban: “En el café de Chinitas”, “Anda jaleo”, “Los cuatro muleros”, “Romance de los mozos de Monleón” y “Los pelegrinitos”. Esta recuperación revolvió el mundo de las variedades, y ayudó a alumbrar un nuevo folclore..
En el apogeo de los espectáculos de variedades, en los que se interpretan cuplés, canciones, Pepe Marchena, o Estrellita Castro se subieron a los escenarios para interpretar canciones que, con aires flamencos, contaban historias andaluzas.
A pesar del éxito también tuvo consecuencias negativas, al propiciar el surgimiento de un tipo de canciones plagadas de tópicos sobre un falso andalucismo, que se hizo muy popular y se extendió de una manera irreparable. De esta forma, surgieron dos tipos de copla: la canción española y la canción andaluza. La diferencia entre ambas reside en el tema.
El cuplé fue languideciendo, constreñido a cafetines y locales de baja estofa, y así sus temas se anquilosaron, pues el público no pedía otra cosa. Lo picaresco se adueñó del género. Frente a él, la canción española y andaluza crecieron y se hicieron dueñas de los teatros, los discos y el cinematógrafo. A ambas composiciones se les ha llamado copla, aunque algunos estudiosos hayan demostrado que la copla propiamente dicha es una estrofa de cuatro versos de arte menor hecha para ser cantada, en la que riman los pares y quedan libres los impares. Pero sucede que en la canción —española o andaluza— hay copla, y que además esa canción tiene un argumento costumbrista, que la distingue de cualquier otro tipo de composición, por lo que ambas son sinónimo de copla.
En un periodo de guerra, posguerra, hambre y miserias, la Copla adquirió su esplendor en la voces de, generalmente al principio mujeres, aquellos que contaban con sus melodías las escenas cotidianas diarias, los amores y desamores y el vivir de cada día. A estas cantantes de Copla se las denominó folclóricas.
Muchas fueron las que pasearon su arte no solo por el territorio Español, sino también lo hicieron allende los mares, e incluso a parte de la Europa de régimen fascista, porque para ellas la ideología política e incluso religiosa nada tenía que ver con su cante."
Y después de toda esta parrafada, inspirada en la Wikipedia , como sincero homenaje a tantos y tantos que han vivido por y para la copla queda abierto oficialmente este post dedicado a las voces que hicieron más llevadera la guerra y posguerra española.
Y no puede ser de otra manera. Empezamos esta andadra con doña Concha Piquer, quien cantando esta precoisa canción, "Ojos verdes" de León, Valverde y Quiroga, cuenta la tierna historia de una meretriz granadina que tras una noche de "trabajo" queda prendada del muchacho. De letra muy trabajada y lograda, esta copla se ha convertido en el emblema de un género musical. Es por ello que es la primera que aparece en este post.
6payhuHbsvg
Y aquí magistralmente cantada por Rocío Jurado:
rW5QzTpMhsU
La Tonadilla evolucionó su desarrollo a través de cinco etapas, entre 1750 y 1850. Durante la etapa tercera, entre 1770 y 1790, es cuando llega a su mayor apogeo, naciendo así la Tonadilla Unipersonal, precursora de todas las variedades que irían apareciendo posteriormente
Posteriormente, en su quinta etapa, la Tonadilla comienza a decaer, siendo representada cada vez menos asiduamente, si bien acaso se representaban algunas en celebraciones especiales, como la Navidad o Ferias, dando paso al llamado Género Chico, una especie de zarzuela más ligera y popular cuyo momento de máximo desarrollo se produce al final del siglo XIX, coincidiendo a la moda costumbrista de la época.
Comenzaron entonces a producirse un tipo de composiciones más grandiosa, aunque sin apenas calidad, composiciones con música pegadiza y letras picarescas con doble sentido, libertino.
Este género tomó el nombre de Cuplé, y se representaban tanto en teatros como en salones y cafés.
Se desarrollaron dos tipos de cuplés, el sentimental de estilo romántico y el pícaro y descarado, que fundamentalmente fue el que triunfó, en general después de la I Guerra Mundial, ávida como estaba la gente de olvidar tanta tragedia y miseria.
Cupletista importante del momento fue Consuelo Portella, más conocida como “La Chelito” o “La Bella Chelito”, que puso de moda el cuplé picaresco “La pulga”. A estas intérpretes de las denominaba “Canzonetistas”
En torno a las décadas de 1920 y 1930, comienzan a buscarse nuevas vías de expresión y se vuelve de nuevo a las raíces: el romance, el entremés y la expresión popular. Intelectuales, escritores y compositores se vuelven hacia las escenas populares y el flamenco, y comienzan a trabajar con esas posibilidades.
El flamenco hasta ese momento se cantaba y bailaba en tabernas, y nunca ningún intérprete había subido a un escenario. Pero el acervo cultural flamenco y andaluz era tan grande, que no es de extrañar que personalidades como Manuel de Falla o Federico García Lorca, entre otros, ahondarían en ello.
Federico García Lorca y Encarnación López, La Argentinita, grabaron en 1931 unos discos que recopilaban una colección de canciones antiguas andaluzas y castellanas, ella cantando y él al piano, entre las que se encontraban: “En el café de Chinitas”, “Anda jaleo”, “Los cuatro muleros”, “Romance de los mozos de Monleón” y “Los pelegrinitos”. Esta recuperación revolvió el mundo de las variedades, y ayudó a alumbrar un nuevo folclore..
En el apogeo de los espectáculos de variedades, en los que se interpretan cuplés, canciones, Pepe Marchena, o Estrellita Castro se subieron a los escenarios para interpretar canciones que, con aires flamencos, contaban historias andaluzas.
A pesar del éxito también tuvo consecuencias negativas, al propiciar el surgimiento de un tipo de canciones plagadas de tópicos sobre un falso andalucismo, que se hizo muy popular y se extendió de una manera irreparable. De esta forma, surgieron dos tipos de copla: la canción española y la canción andaluza. La diferencia entre ambas reside en el tema.
El cuplé fue languideciendo, constreñido a cafetines y locales de baja estofa, y así sus temas se anquilosaron, pues el público no pedía otra cosa. Lo picaresco se adueñó del género. Frente a él, la canción española y andaluza crecieron y se hicieron dueñas de los teatros, los discos y el cinematógrafo. A ambas composiciones se les ha llamado copla, aunque algunos estudiosos hayan demostrado que la copla propiamente dicha es una estrofa de cuatro versos de arte menor hecha para ser cantada, en la que riman los pares y quedan libres los impares. Pero sucede que en la canción —española o andaluza— hay copla, y que además esa canción tiene un argumento costumbrista, que la distingue de cualquier otro tipo de composición, por lo que ambas son sinónimo de copla.
En un periodo de guerra, posguerra, hambre y miserias, la Copla adquirió su esplendor en la voces de, generalmente al principio mujeres, aquellos que contaban con sus melodías las escenas cotidianas diarias, los amores y desamores y el vivir de cada día. A estas cantantes de Copla se las denominó folclóricas.
Muchas fueron las que pasearon su arte no solo por el territorio Español, sino también lo hicieron allende los mares, e incluso a parte de la Europa de régimen fascista, porque para ellas la ideología política e incluso religiosa nada tenía que ver con su cante."
Y después de toda esta parrafada, inspirada en la Wikipedia , como sincero homenaje a tantos y tantos que han vivido por y para la copla queda abierto oficialmente este post dedicado a las voces que hicieron más llevadera la guerra y posguerra española.
Y no puede ser de otra manera. Empezamos esta andadra con doña Concha Piquer, quien cantando esta precoisa canción, "Ojos verdes" de León, Valverde y Quiroga, cuenta la tierna historia de una meretriz granadina que tras una noche de "trabajo" queda prendada del muchacho. De letra muy trabajada y lograda, esta copla se ha convertido en el emblema de un género musical. Es por ello que es la primera que aparece en este post.
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Y aquí magistralmente cantada por Rocío Jurado:
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