¿Pregunta difícil, como todas las que apelan a cuestiones éticas y morales.
Creo que no existe una respuesta absoluta sobre la clonación. Lo que sí sabemos es que la clonación existe y la posibilidad de clonar seres humanos también es real.
Pienso que hay muchas situaciones donde la clonación sería muy útil para el hombre, como en pruebas para avances científicos, el estudio del cuerpo humano o generar órganos compatibles para transplantes, entre muchos otros. Sin embargo, también se nos cruza por la mente varios usos y abusos cuyas finalidades respondan más al bienestra particular de algunos que el general de la raza humana.
Es una situación similar a la aparición de la energía atómica. Su utilidad es indiscutible para el hombre, pero a algunos se les ocurrió aplicarla como arma de destrucción masiva y aquél invento siempre será recordado por los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki.
¿Acaso el mismo Nobel, inventor de la dinamita, no terminó suicidándose al culparse por su propio invento? Vaya paradoja.
En un tema en donde cuesta mucho dejar de lado lo ético y moral, resulta que la correcta utilización de estas nuevas tecnologías depende de los sentimientos que movilizan a aquellos que la tienen a su alcance.
Aunque generalizar no es correcto, podemos estimar que la mayoría de los científicos son hombres de razón y no tanto de fe. Siguiendo esta premisa, nada haría suponer que la ciencia tenga un freno en sus investigaciones. Esto no resultaría necesariamente positivo o negativo... allí ya entraríamos en territorio de "pesimistas" y "positivistas".
Creo que no existe una respuesta absoluta sobre la clonación. Lo que sí sabemos es que la clonación existe y la posibilidad de clonar seres humanos también es real.
Pienso que hay muchas situaciones donde la clonación sería muy útil para el hombre, como en pruebas para avances científicos, el estudio del cuerpo humano o generar órganos compatibles para transplantes, entre muchos otros. Sin embargo, también se nos cruza por la mente varios usos y abusos cuyas finalidades respondan más al bienestra particular de algunos que el general de la raza humana.
Es una situación similar a la aparición de la energía atómica. Su utilidad es indiscutible para el hombre, pero a algunos se les ocurrió aplicarla como arma de destrucción masiva y aquél invento siempre será recordado por los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki.
¿Acaso el mismo Nobel, inventor de la dinamita, no terminó suicidándose al culparse por su propio invento? Vaya paradoja.
En un tema en donde cuesta mucho dejar de lado lo ético y moral, resulta que la correcta utilización de estas nuevas tecnologías depende de los sentimientos que movilizan a aquellos que la tienen a su alcance.
Aunque generalizar no es correcto, podemos estimar que la mayoría de los científicos son hombres de razón y no tanto de fe. Siguiendo esta premisa, nada haría suponer que la ciencia tenga un freno en sus investigaciones. Esto no resultaría necesariamente positivo o negativo... allí ya entraríamos en territorio de "pesimistas" y "positivistas".