Eramos como tres chavalos. Gerry, enloquecido, como niño con zapatos nuevos al redescubrir a su padre, despues de meses de no tratarlo directamente, don Gera, tan campante, como dueño de la situaciòn, sabedor de que era don dinero, el de la "pizcacha", el del "billullo", algo turbadón por verse de pronto como visitante de su propio hijo y yo, alegre, enjundiosamente amistoso, alegre y hospitalario, pero con mi mente descompuesta, retorcida, ya dirigida hacia la bragueta de ese sencillo señor.... de 51 primaveras..!!!!!
Comimos como viejos amigos e incluso hubo un momento en que me entí fuera de lugar porque ellos eran dos y yo solito. Se pusieron a hablar de cosas del rancho y algunas veces en términos que yo ignoraba. Me puse tenso, un poco incómodo. pero eso fue a media comida. Después recuperé el aplomo y me volvì el mejor de los anfiriones. No podìa dejar de tener la sartén por el mango. Regresamos a casa despues de pasar al Mega La comercial a comprar algunas cosas para el señor. El se portaba buena onda y, joven como aun era, le valió exactamente madres que lo acompañásemos al departamento de caballeros a comprarse ¡¡¡ calzones !!!! Fue algo raro, peo me calentaba el hecho de verlo en estra actitud un tanto casera y cotidiana: comprando ropa! un señor de rancho, tan poco dado a este tipo de cosas.. y ahora escogiendo sus calzoncitos. No dejaba esto de tener una parte nostálgica y tierna. Eligió un paquete de truzas de esas en donde vienen 3. Tamaño grande. Pasamos a comprar más cosas, como calcetines, un pantalón y una camisa polo. Aparte el fregón de Gerry se hizo de un par de camisas más, a costillas de su padre, quien tuvo que apoquinar. Salimos de ahi como chamacos preparatorianos, contentos, divertidos. Era ya tardecito, cerca de de las 8 de la noche cuando llegamos a casa. Uno a uno fuimos pasando al baño y nos dispusimos a ver la tele un rato. Haciamos tiempo porque venia lo bueno, el hecho de que este machazo a prueba de todo se qeudara en casa. Digo, la renta del Gerry la pagaba el señor, pero ahora, con la pena, él era el nuevo, él era el visitante.
El señor me resultó más cabrón que el hijo. Estábamos en la sala-cocina-recámara cuando se repente se empezò a quitar la camisa y las botas. Mi atenciòn de inmediato se centrò en lo que él hacìa y me olvidé de las pendejadas de la telera. De reojo lo seguìa como leòn que acecha a la presa. Hábilmente, como siempre suelo hacer, me habia colocado en un lugar desde el cual podia verlo todo. Tenía visiòn panorámica y asi como veia al Gerry y a la tele, el ángulo de mis ojos, alcanzaba (registraba) sin problemas lo que pasaba a mi izquierda que era dond estaba el señorón ese.
Gerardo hijo estaba tan ablandado por la visita que estaba en otra dimensiòn. Era el hijo de papi. No habia morbo ni recelo en su mente ni en su corazón. Era un chico feliz. Y veia la tele despreocupado, riendo como loco con las ocurrencias del Chapulín Colorado en el canal CLASICO TV. Yo también difrutaba el momento. Pero, no ea con la tele. Don Gera se quitò el pantalòn y se puso en pie. Con esmero, sin dudas de ninguna índole, sin suspicacias, dobló la prenda y la puso en la cabecera de la cama. Se quedò descalzo y en truza. Pude ver el bulto pequeño y fuerte en su entrepierna y lo ví comodarse esa parte, en un rasgo varonil que me causò morbo a mil. NO se si notron mi turbaciòn peo dejé de reir con el Gerry porque ya mi concentraciòn estaba bloqueada. Caminò el señor al baño y pude ver sus gluteos, los cuales definitivamente eran firmes, hemosos y redondeados, asi como los de su hijo. "Hijo de tigre pintito" -pensé- Traia una truza algo grande, pero delimitaba pefectamente las formas de macho. Al llegar al baño se quitò la camisa y la puso en una sillita que está cerca. Ahi mismo, en un movimiento casi como de estrategia militar, se despojò de la trucita. Mi corazón brincaba de locura. De reojo vi cómo el hijo seguìa en lo suyo, totalmente embelesado con la tv y mientras yo simulaba pone atenciòn en la pantalla, en realidad estaba con los ojos fijos en la entrada al baño. La verga del señor era breve. Pero tenia algo. No sé.... era como el detalle de la experiencia???, el uso???, que sé yo, pero el caso es que aun siendo un trozo de verga pequeño, lucìa esplendoroso. Vi su pubis: sin duda él jamás se habrá depilado como el par de anfitriones este dia. Era grueso, una mata de vellos negrìsimos protegìa el tremendo gigante dormido. Fueron unos segundos de gloria. El señor avanzó sin voltear y poco después de escuché la regadera funcionando. Estaba yo en la erecciòn total, cuando atiné a hacer comentarios alusivos a la tele. Por un momento quise tener la inocencia de cuando yo mismo veia esos programas de niño y estaba totalmente alejado, ajeno, a situaciones de indole cachonda o sexual. Por un momento quise ser el Gerry, quien sentado como niño, con las piernas cruzadas, como gurù, enloquecìa con los chistes fáciles de El Chapulín... cerré los ojos para tratar de borrar ideas calientes de mi mente. Fue cuando Gerardo me vio. "¿Tienes sueño ya, cabrón?"- me dijo, povocando que me sobresaltara y me sintiera como descubierto, como si este malandrín hubiese entrado a mis neuronas y se diera cuenta de mis pensamientos- Con el corazon latiendo a mil sólo le dije que sí, que mejor me iba a acostar. Mañana, -aseguré, suspirando aliviado- será otro dia.....
Comimos como viejos amigos e incluso hubo un momento en que me entí fuera de lugar porque ellos eran dos y yo solito. Se pusieron a hablar de cosas del rancho y algunas veces en términos que yo ignoraba. Me puse tenso, un poco incómodo. pero eso fue a media comida. Después recuperé el aplomo y me volvì el mejor de los anfiriones. No podìa dejar de tener la sartén por el mango. Regresamos a casa despues de pasar al Mega La comercial a comprar algunas cosas para el señor. El se portaba buena onda y, joven como aun era, le valió exactamente madres que lo acompañásemos al departamento de caballeros a comprarse ¡¡¡ calzones !!!! Fue algo raro, peo me calentaba el hecho de verlo en estra actitud un tanto casera y cotidiana: comprando ropa! un señor de rancho, tan poco dado a este tipo de cosas.. y ahora escogiendo sus calzoncitos. No dejaba esto de tener una parte nostálgica y tierna. Eligió un paquete de truzas de esas en donde vienen 3. Tamaño grande. Pasamos a comprar más cosas, como calcetines, un pantalón y una camisa polo. Aparte el fregón de Gerry se hizo de un par de camisas más, a costillas de su padre, quien tuvo que apoquinar. Salimos de ahi como chamacos preparatorianos, contentos, divertidos. Era ya tardecito, cerca de de las 8 de la noche cuando llegamos a casa. Uno a uno fuimos pasando al baño y nos dispusimos a ver la tele un rato. Haciamos tiempo porque venia lo bueno, el hecho de que este machazo a prueba de todo se qeudara en casa. Digo, la renta del Gerry la pagaba el señor, pero ahora, con la pena, él era el nuevo, él era el visitante.
El señor me resultó más cabrón que el hijo. Estábamos en la sala-cocina-recámara cuando se repente se empezò a quitar la camisa y las botas. Mi atenciòn de inmediato se centrò en lo que él hacìa y me olvidé de las pendejadas de la telera. De reojo lo seguìa como leòn que acecha a la presa. Hábilmente, como siempre suelo hacer, me habia colocado en un lugar desde el cual podia verlo todo. Tenía visiòn panorámica y asi como veia al Gerry y a la tele, el ángulo de mis ojos, alcanzaba (registraba) sin problemas lo que pasaba a mi izquierda que era dond estaba el señorón ese.
Gerardo hijo estaba tan ablandado por la visita que estaba en otra dimensiòn. Era el hijo de papi. No habia morbo ni recelo en su mente ni en su corazón. Era un chico feliz. Y veia la tele despreocupado, riendo como loco con las ocurrencias del Chapulín Colorado en el canal CLASICO TV. Yo también difrutaba el momento. Pero, no ea con la tele. Don Gera se quitò el pantalòn y se puso en pie. Con esmero, sin dudas de ninguna índole, sin suspicacias, dobló la prenda y la puso en la cabecera de la cama. Se quedò descalzo y en truza. Pude ver el bulto pequeño y fuerte en su entrepierna y lo ví comodarse esa parte, en un rasgo varonil que me causò morbo a mil. NO se si notron mi turbaciòn peo dejé de reir con el Gerry porque ya mi concentraciòn estaba bloqueada. Caminò el señor al baño y pude ver sus gluteos, los cuales definitivamente eran firmes, hemosos y redondeados, asi como los de su hijo. "Hijo de tigre pintito" -pensé- Traia una truza algo grande, pero delimitaba pefectamente las formas de macho. Al llegar al baño se quitò la camisa y la puso en una sillita que está cerca. Ahi mismo, en un movimiento casi como de estrategia militar, se despojò de la trucita. Mi corazón brincaba de locura. De reojo vi cómo el hijo seguìa en lo suyo, totalmente embelesado con la tv y mientras yo simulaba pone atenciòn en la pantalla, en realidad estaba con los ojos fijos en la entrada al baño. La verga del señor era breve. Pero tenia algo. No sé.... era como el detalle de la experiencia???, el uso???, que sé yo, pero el caso es que aun siendo un trozo de verga pequeño, lucìa esplendoroso. Vi su pubis: sin duda él jamás se habrá depilado como el par de anfitriones este dia. Era grueso, una mata de vellos negrìsimos protegìa el tremendo gigante dormido. Fueron unos segundos de gloria. El señor avanzó sin voltear y poco después de escuché la regadera funcionando. Estaba yo en la erecciòn total, cuando atiné a hacer comentarios alusivos a la tele. Por un momento quise tener la inocencia de cuando yo mismo veia esos programas de niño y estaba totalmente alejado, ajeno, a situaciones de indole cachonda o sexual. Por un momento quise ser el Gerry, quien sentado como niño, con las piernas cruzadas, como gurù, enloquecìa con los chistes fáciles de El Chapulín... cerré los ojos para tratar de borrar ideas calientes de mi mente. Fue cuando Gerardo me vio. "¿Tienes sueño ya, cabrón?"- me dijo, povocando que me sobresaltara y me sintiera como descubierto, como si este malandrín hubiese entrado a mis neuronas y se diera cuenta de mis pensamientos- Con el corazon latiendo a mil sólo le dije que sí, que mejor me iba a acostar. Mañana, -aseguré, suspirando aliviado- será otro dia.....